La expectativa de una salida de la recesión impulsó a la renta variable, pero la incertidumbre electoral perjudicó a los bonos y el Riesgo País sigue por encima de los 800 puntos básicos
El semestre financiero culminó con números muy positivos, apoyados por la férrea estabilización del tipo de cambio desde finales de abril.
La intención oficial de evitar un nuevo descalabro del peso fue un sostén vital para las valuaciones de acciones y, en menor grado, bonos. En renta variable se alcanzan los precios más altos de 2019, comparables a los que transitoriamente se observaron en febrero.
Las acciones argentinas empezaron a plasmar en precios la percepción de una salida de la recesión, que si bien es lenta y dificultosa, es un driver imprescindible, una vez agotado el efecto de la reciente apreciación del peso.
El panel líder S&P Merval luce su récord histórico en pesos de los 41.800 puntos. En dólares, sondea el umbral de los 1.000 puntos, que tocó brevemente el 4 y 5 de febrero y que había perdido en agosto del año pasado, cuando la explosión de la «bomba» de Lebac sepultó las cotizaciones bursátiles y sumió a la moneda argentina en la mayor devaluación desde la crisis de 2002.
De esta forma, el referente de ByMA (Bolsas y Mercados Argentinos) cerró la primera mitad del año con una ganancia promedio en pesos de 38%, frente a una inflación del 22%, y de 22,5% en dólares.
El Merval sigue lejos del récord de precios en dólares, de 1.600 puntos en las primeras semanas de 2018. Acotado el cálculo a los últimos doce meses la ganancia acumulada es de 53,6% en pesos, muy cerca de la inflación del período, en torno a 55,7%, y por encima del alza del dólar, de 47 por ciento.
Así como un horizonte de crecimiento económico hacia fin de año está impulsando al equity, los bonos soberanos fueron por otro andarivel. Sobre la deuda soberana pesa la suspicacia de los inversores respecto de la voluntad de pago del Gobierno que surgirá de las elecciones.
Por eso, la mejora de las cotizaciones de los títulos públicos por ahora es modesta, a la vez que el Riesgo País sigue por encima de los 800 puntos básicos, un rango muy alto e incluso superior al del arranque del año.
El indicador de JP Morgan, que mide la brecha de tasas entre los bonos de los EEUU y sus pares emergentes, quedó en 829 puntos básicos para la Argentina, después de haber quebrado el techo de los 1.000 enteros el 3 de junio.
En tanto, los bonos de referencia, emitidos en dólares bajo legislación de Nueva York, siguen como uno de los títulos de renta fija de mayor rendimiento en el mundo, con tasas de retorno entre 14 y 15 por ciento anual para los Bonar 2020, 2024 y 2025.
El dólar terminó como el activo perdedor de la primera mitad del año. Acotó el alza a 12,6% desde diciembre, unos diez puntos porcentuales menos que la inflación acumulada en seis meses. En el promedio de bancos de la City porteña cerró este viernes a $43,70, mientras que en el segmento mayorista finalizó a 42,463 pesos.
Desde el Ministerio de Hacienda y el Banco Central se dispusieron todas las herramientas para disciplinar al billete verde.
La batería de iniciativas, avaladas por el FMI, incluyó ventas diarias de USD 60 millones a cuenta del Tesoro; la potestad del Central de vender divisas al contado –munición que no necesitó usarse-, explicitada el 29 de abril, la activa participación de la entidad monetaria en el mercado de futuros, para «anclar» expectativas de devaluación, y tasas de interés reales positivas para despertar la demanda de pesos.
En ese sentido, la tasa de política monetaria que convalida la entidad que preside Guido Sandleris sumó diez meses consecutivos por encima del 60%, con más eficacia para estabilizar el tipo de cambio que para frenar la inflación, la principal preocupación económica de los argentinos, todavía en máximos desde enero de 1992.