La percepción oficial es la de un éxito ya obtenido. Tanto en el Ministerio de Economía como en el Banco Central suponen por estos días que las medidas que fueron implementando en el último mes -que los obligaron a resignarse, sólo por pragmatismo, a aplicar cierta dosis de ortodoxia- lograron disipar por completo las expectativas de devaluación, a tal punto que hoy ya muchos activos en pesos empiezan a ser más atractivos que el dólar. Superado esto, los funcionarios ya observan el segundo paso: mantener sin cambios las tasas de interés que rigen para todo el sistema financiero, y monitorear la liquidez mediante los instrumentos fiscales y monetarios que tienen a mano, especialmente en diciembre, para absorber los pesos que sean necesarios y consolidar este aumento en la demanda de dinero.
No habrá margen para grandes medidas keynesianas: la base monetaria debería cerrar el año a tono con el ritmo que empezaron a mostrar los precios en la segunda mitad de este año según la inflación oficial: un 1,4% mensual que, en términos anualizados, se ubica debajo del 20%. Algo de esto pareció empezar a hacer el Banco Central en los últimos 30 días, cuando la base monetaria pasó de crecer del 20% al 15% anual. El Gobierno cree que logrará persistir en este camino evitando financiarse a través de las transferencias de pesos del Central: por ejemplo, mediante emisiones de bonos atados a la devaluación, como las que viene haciendo en el sector privado; o con colocaciones de letras en pesos a la ANSES, como la que podría hacer en las próximas semanas, por un monto cercano a los $ 2.000 millones.
El tercer paso creen que debe ser, casi en simultáneo, mantener relativamente estable el tipo de cambio, para desalentar cualquier presunción de un ajuste en el dólar, y buscar una mejora de la competitividad a través de otras variables de la economía. En esta misma sintonía pareció expresarse ayer el propio presidente del Banco Central, Alejandro Vanoli, durante la conferencia que dictó en la Universidad de Moreno (ver aparte): "Aún si se lo mide con la nueva metodología de inflación y deflactado por salarios, se puede notar que el tipo de cambio real mejoró a lo largo de este año. Y que todavía hay margen para consolidar una mejora en el tipo de cambio real multilateral", dijo. Significaría, si bien no lo dijo expresamente, que el objetivo inmediato es actuar sobre los pesos que circulan en la economía (los agregados monetarios) antes que sobre el precio del dólar.
El Gobierno está conforme con el cambio de paradigma que dice haber visto en los últimos días: tasas de interés en pesos, de plazos fijos minoristas, cercanas al 23% anual, muy superiores a las expectativas de devaluación que están implícitas en los contratos de dólar a futuro del Rofex; y acciones y bonos en pesos, en el mercado de capitales, más rendidores que la divisa en el último tiempo en cualquier de sus versiones. Es lo que explica, según estiman, que la demanda del dólar "ahorro" haya mostrado una leve caída en el inicio de noviembre, en relación con los primeros días del mes pasado. Ningún funcionario perdió su enamoramiento por las bajas tasas de interés. Pero todos ellos consideran que la prioridad es, en este contexto, recuperar la demanda de pesos. La expectativa está puesta en los primeros meses de 2015: a partir de entonces, una vez que la economía se estabilice, corresponderá ver si el contexto global acompaña para abaratar el dinero y alentar el crédito en el sistema financiero local. Todo dependerá de factores exógenos: lo que suceda con los holdouts, las decisiones de política monetaria que adopte la Reserva Federal de Estados Unidos; la evolución que muestren los precios de los commodities y el dinamismo de los socios comerciales de la Argentina. Recién entonces podría concretarse la esperada baja en las tasas de interés, a la que se sólo se puede llegar habiendo revertido las expectativas de devaluación.
Fuente: http://www.ambito.com/diario/noticia.asp?id=766054