Restan por comercializarse alrededor de 23 M de toneladas de la actual campaña por u$s9.200 M. Productores ante el dilema de vender o esperar.
La cotización de la soja en el mercado internacional cerró ayer su cuarta sesión consecutiva positiva y de esta manera el contrato agosto subió 0,15% (u$s0,83) hasta los u$s527,00 la tonelada, a la vez que la posición septiembre avanzó 1,09% (u$s5,51) para concluir la ronda a u$s508,99 la tonelada. El mercado sigue con atención el desarrollo de la campaña norteamericana de la oleaginosa y pronósticos climáticos adversos les ofrecen sustento a los valores.
En este marco, el elevado nivel de precios que presenta la oleaginosa en el mercado internacional abre diversos interrogantes en el plano local cuando la cosecha de la oleaginosa ya está totalmente finalizada. Por lo pronto, como dato más que positivo, después del extraordinario ingreso de divisas del primer semestre que superó los u$s16.300 millones, julio cerraría en torno a los u$s3.000 millones.
De ahora en más, el mercado espera una fuerte disminución de los tonelajes exportados y principalmente de la soja que vende el productor. Pero claro está que los altos precios continúan siendo un aliciente que puede llegar a mover el mercado.
Al respecto desde la consultora económica Equilibria detallan: “Aún hay en stock más de 23 millones de toneladas de soja de la cosecha actual, de los cuales sólo el 20% está declarado para exportarse. Hay incertidumbre acerca de lo que pasará con el 80% restante (si se venderá o se acopiará), que implica unos u$s9.200 millones. En cambio, en el caso del maíz, más del 70% de las 17 toneladas en stock ya está declarado para ser exportado (¿anticipándose a una posible suba de retenciones?). Para los productores y exportadores de soja, los márgenes para especular son mayores y son quienes finalmente terminarán determinando la suerte de la liquidación de divisas en los próximos meses. Si bien es cierto que, aún en el escenario más optimista, los potenciales montos a liquidarse están muy por debajo de los registros récord del primer semestre, habría un buen colchón de divisas nada despreciable hasta fin de año si el Gobierno logra mantener el mercado cambiario en calma”.
A partir de este marco la consultora plantea: “El complejo sojero enfrenta un claro dilema: 1) vender a los precios y al tipo de cambio actuales, lo cual implica un tipo de cambio real para el sector en los mayores niveles de los últimos 13 años, pero con una gran represión financiera que limita las opciones de inversión posteriores; o 2) retener parte de la cosecha actual a la espera de una corrección del tipo de cambio y una menor brecha, afrontando el riesgo de menores precios internacionales. A partir de las buenas ventas de soja, maíz, trigo y girasol en el primer semestre, el sector obtuvo liquidez suficiente para afrontar los gastos de la próxima campaña y renovar maquinaria y equipamiento. Por eso, el hecho de tener limitadas opciones de inversión dados los altos niveles de represión financiera actual, podría ser un claro determinante de la evolución de las ventas en los próximos meses. La decisión de venta dependerá, en definitiva, de las expectativas de devaluación y de los precios esperados por el sector”.
Mientras tanto, desde el Gobierno insisten que no hay planes de devaluación en el horizonte e incluso que la escalada del dólar blue se debió a una sobre reacción del mercado luego de los mayores controles sobre el CCL.
De cualquiera manera, las próximas semanas serán definitorias para la decisión de venta del productor y eso se traducirá claramente en el ingreso de divisas del campo.