Desde fines de noviembre el Gobierno volvió a estipular que los productos con valor agregados (aceite y harina) tributen 31% de retenciones mientras el grano sigue en el 33%. Preocupa la nueva campaña y la calidad de la mercadería.
Fue un denominador común durante todo este 2022: el complejo sojero exportó más grano en detrimento de los productos con mayor valor agregado, aceite y harina, lo que marcó una fuerte primarización de los envíos. Lo cierto es que a partir de la vuelta del diferencial de retenciones a favor de los subproductos la industria busca revertir la tendencia de cara al próximo año.
Los últimos datos disponibles dan cuenta que en octubre pasado se exportaron poco más de 2,1 millones de poroto de soja, lo que marca un incremento del 82% respecto al mes previo, en tanto los envíos de aceite de soja y harina de soja cayeron 33 y 40% respectivamente. El crecimiento de la primarización de las exportaciones sucedió con más fuerza en el décimo mes del año porque también llegó luego de la primera edición del dólar soja, durante la cual los productores vendieron alrededor de 15 millones de toneladas y las agroexportadoras liquidaron más de u$s7.000 millones.
En aquel entonces las empresas agroexportadoras optaron por vender más grano sin procesar en detrimento de los productos con valor agregado ya que todos tributaban 33% de retenciones y según explicaban desde el sector, la rentabilidad de la molienda se encontraba en un mínimo histórico.
Como respuesta al pedido concreto del sector agroexportador, junto con la segunda edición del dólar soja el Gobierno decidió entonces reinstaurar el diferencial de retenciones y por eso desde hace dos semanas el grano tributa 33% y la harina y el aceite de soja el 31%. Este cambio en las retenciones, según adelantan desde la industria, podría revertir la tendencia de cara al próximo año.
Como antecedente previo, en marzo de este año el Gobierno decidió el incremento de las retenciones a los subproductos de la soja y el dinero recaudado fue destinado al “Fondo compensador de precio del trigo,” una herramienta que en la práctica no logró su cometido y que terminó por beneficiar a un puñado de empresas productoras de harina que lograron comprar el cereal a mejores valores. Es por eso que el ministro Massa, luego de diversos encuentros con la industria volvió a instaurar el diferencial que busca que crezcan los envíos de productos con mayor valor agregado.
Con la nueva edición del dólar soja, las empresas agroexportadoras llevan compradas poco más de 2,6 millones de toneladas e ingresaron divisas por u$s1.600 millones. La meta es alcanzar los u$s3.000 millones hacia el próximo 30 de diciembre y de igual manera frenar la primarización de los envíos que perjudica a una industria que trabaja con alta capacidad ociosa.
Molienda estancada
Según explica la cámara que nuclea a las empresas del sector, CIARA CEC, la molienda de soja en la Argentina se encuentra sin cambios significativos desde 2011. Entre enero y octubre de este año alcanzó las 32,5 millones de toneladas, mientras que en el mismo período pero 11 años atrás fue de 32,4 millones de toneladas.
De cualquier manera este año quizás fue uno de los peores respecto a la industrialización del grano. Porque en el comparativo interanual se dejaron de procesar unas 4,2 millones de toneladas, lo que equivale a una pérdida de u$s1.950 millones en el ingreso de divisas y un retroceso de u$s643 millones en el ingreso por retenciones a las exportaciones.
Para el 2023 la industria espera retomar el camino alcista, eso si, todo depende también de la cosecha final de soja de la campaña 2022/23 que viene muy complicada ante la falta de precipitaciones que podría no solo repercutir en los rindes sino también en la calidad del grano.