Después de 10 años, las cuentas públicas serán abiertas a los auditores del organismo de crédito multilateral. En febrero de 2008 la presidente Cristina Kirchner impuso la veda, algo que ahora solo sucede en Venezuela, Somalía, Siria, República Centroafricana y Eritrea. Costos y beneficios
De los 188 países miembros del Fondo Monetario Internacional, más de 120 son regularmente auditados cada año. De los 68 restantes, en 2015 sólo seis impidieron que técnicos del organismo de crédito multilateral que surgió de los acuerdos firmados en Bretton Woods en 1944, pudieran acceder a sus sistemas de estadística y estado de las finanzas públicas y monetarias del país: la Argentina, Eritrea, República Centroafricana, Siria, Somalía y Venezuela.
La última auditoria sobre la Argentina se realizó en 2006, pero en pocas semanas más el club de renegados al FMI se reducirá a cinco, porque el ministro de Hacienda y Finanzas de la Argentina ,Alfonso Prat-Gay, adelantó en Davos que el país volverá a aceptar las auditorías establecidas en el artículo IV del estatuto del organismo del que forma parte, y que participa con una cuota que se mantiene al día de DEG 2.117,1 millones, equivalente a poco más de USD 2.900 millones.
Se trata de una decisión acertada porque el aislamiento que dispuso la presidente Cristina Kirchner el 21 de febrero de 2008, dos años después de que su predecesor, Néstor Kirchner, dispusiera por decreto 1601 del 15 de diciembre de 2005 cancelar en los primeros días de enero de 2006 la deuda que país había acumulado con el organismo por USD 9.810 millones, pese a que tenía una tasa anual inferior a 5%, significó un enorme costo para el país, tanto en términos de pérdida de reservas en el Banco Central, como de pago a «naciones amigas», como Venezuela, de tasas de hasta 15% anual en dólares, o colocaciones aisladas de YPF a más del 9% anual.
La apertura de las cuentas públicas al FMI y sus recomendaciones de política para lograr una mejora el escenario macroeconómico y social, no implica la exigencia de cumplimiento. «Es como ir al médico a un chequeo de rutina y obtener como diagnóstico un estado que recomienda hacer dieta y ejercicio físico para superarlo. Está en uno cumplirlo o ignorarlo», graficó a Infobae el ex subsecretario de Finanzas Miguel Kiguel.
Pero además, es como ser socio de un club por el que se paga una cuota por todos los servicios que brinda y no sólo no usarlos sin cargos adicionales, sino que peor aún, se opta por uno más lejano, con menos prestaciones y al que hay que pagar por cada uso de las instalaciones.
Se prevé que con la vuelta a la apertura al FMI, sin condicionalidad alguna, y en la medida en que se avance con un plan creíble hacia la reducción del déficit fiscal y de la inflación, y superado el pleito con los holdouts, la Argentina mejorará aún más su índice de riesgo país y el acceso al crédito internacional a tasas sustancialmente menores que las que pagó en los últimos 14 años.
El infundado temido Artículo IV del FMI
De acuerdo con el Convenio Constitutivo del Fondo Monetario Internacional en su artículo IV sobre las «obligaciones generales de los países miembro» destaca que «El Fondo supervisará el sistema monetario internacional a fin de asegurar su buen funcionamiento, y vigilará el cumplimiento por cada país miembro de sus obligaciones» y advierte que «adoptará principios específicos que sirvan de orientación a todos ellos con respecto a esas políticas».
La aceptación de las auditorías del FMI se inscribe en la línea de «normalización» institucional del país, tanto en lo que respecta al restablecimiento en la práctica del sistema republicano (división de poderes), federal (relación igualitaria con las administraciones provinciales); y reconstitución del sistema de estadísticas públicas, como en lo que respecta a las relaciones internacionales, de ahí la vuelta al Foro Internacional de Davos, después de 12 años de ausencia, y la intención de ser aceptado como socio pleno de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE).
Un paso más hacia la normalización institucional
Los recursos del FMI provienen de las cuotas integradas por los 188 países miembros. Ascienden a alrededor de DEG 238.000 millones (unos USD 327.000 millones). Además, pueden complementarse con aportes de préstamos de sus socios. Los Nuevos Acuerdos para la Obtención de Préstamos (NAP), que fueron ampliados en 2011 y pueden suministrar recursos adicionales de hasta DEG 370.000 millones (unos USD 515.000 millones), son el principal complemento de las cuotas.
La Argentina tiene asignada una cuota de DEG 2.117,1 millones, equivalente a poco más de USD 2.900 millones, que representa el 0,89% del total, de acuerdo a la participación de su PBI en el total mundial y el grado de apertura de la economía (suma de exportaciones e importaciones y su relación con el PBI).
Un club al que nunca se debió ingresar
La Argentina está acostumbrada a transitar por profundas crisis económico-financieras, pero aun así se mantiene muy distanciada de los países que reniegan de abrir sus libros a los auditores del FMI, salvo en lo que respecta al índice de competitividad y de libertad económica hasta 2015, más aún después de haber dispuesto la eliminación de la mayoría de las retenciones sobre las exportaciones y el fin del cepo cambiario el 17 de diciembre último.
Es cierto que aún la Argentina proyecta un alto rango de inflación, entre el 25 y 30% al año, que la tasa real de desempleo supera levemente el 10% de la oferta laboral, y que el déficit fiscal saltó el último año a más de 7% del PBI, pero esas proporciones son largamente superadas por Venezuela: 160% de inflación, 21% del PBI de rojo fiscal y desempleo que se proyecta a 18% para el corriente año, mientras que en Siria el desequilibrio de las finanzas supera el 7% del PBI y el desempleo asciende al 40%, y Eritrea el saldo negativo de las cuentas públicas es de 13% del PBI; y de la República Centroafricana y Somalía las estadísticas públicas no están actualizadas.