El Gobierno mira los precios agropecuarios. La sequía quita potencialidad. La suba del maíz complica al sector lechero y ganadero. La suba del trigo a los molinos. La suba de insumos complica a la cadena de agregado de valor.
Por Salvador Di Stéfano
El acuerdo con el FMI llegaría para marzo o abril del 2021, esto implica que quedamos con reservas estancadas en torno de los u$s40.000 millones. Todos sabemos que hay un rezago en la liquidación de divisas que rondaría los u$s5.000 millones, sin embargo, no hay por delante una mega liquidación de divisas con exportaciones que serán muy bajas, e importaciones que siguen intervenidas, y que crecerán al ritmo que lo hagan las exportaciones. En resumen, escasos dólares por ingresar.
El presupuesto público no se podrá financiar con bonos emitidos por moneda extranjera, tampoco en el exterior hacen cola por venir a financiar nuestro presupuesto público. La deuda pública argentina vale en promedio un 40% de su valor nominal, no paga intereses interesantes en los próximos 3 años, y no es sujeto de inversión interesante.
Las perspectivas de déficit fiscal para el 2021 rondarían los $2,5 billones, de los cuales algo menos de la mitad estarían para financiar en los primeros 6 meses del año. Esta friolera de pesos debería conseguirse vía endeudamiento, pero si los mercados están cerrados en el exterior, el mercado interno no alcanzaría para financiar tamaña cantidad de pesos, con lo cual el Gobierno debería recurrir inevitablemente a la emisión monetaria.
Para el 2021 tendríamos déficit fiscal, el financiamiento debería realizarse en su totalidad con pesos, los mercados externos seguirían cerrados dado nuestro alto riesgo país, y hay poco margen para seguir inyectando pesos a la economía, sin que paguemos las consecuencias de mayores precios en bienes o servicios, o bien un incremento en la brecha entre el dólar oficial y los dólares alternativos.
¿Por qué el Gobierno mira los precios de las materias primas del campo?
El ministro de Economía, Martín Guzmán, ha expresado que están trabajando con el FMI en un programa para hacer crecer las reservas del Banco Central, algo muy necesario, pero de difícil concreción en un año en donde las exportaciones argentinas no están llamadas a descollar, producto de la gran sequía que está impactando en nuestras cosechas. Si bien es cierto que algunos precios están por encima de los valores de un año atrás, la pérdida en cantidades podría ser significativa y todo no resulta tan lineal como predicen algunos analistas.
Las sequías dejan muchas secuelas difíciles de cerrar, las ventas de insumos serán difíciles de cobrar, y habrá que dar espacio a la refinanciación y buscar revancha en la campaña 2021/22. Si en esa campaña acompaña el clima, podríamos estar en otro escenario, pero en lo inmediato y mirando el primer semestre 2021, nos parece que los dólares llegarán en cuenta gotas.
La escasez de trigo y maíz en el mercado interno ha hecho subir los precios de estos productos en dólares, esto sumado a la devaluación de nuestra moneda nos dejan un escenario de aumento de precios que impactarán en la economía doméstica, en la canasta básica familiar y en el probable valor del dólar futuro.
El trigo en el mercado disponible vale $ 8.500 la tonelada, con el precio futuro en dólares y el dólar futuro a julio 2021, el precio del trigo se elevaría a $27.700 la tonelada, lo que representaría una suba del 49,7%.
El maíz en el mercado disponible vale $ 16.000 la tonelada, con el precio futuro en dólares y el dólar futuro a abril de 2021, el precio del maíz se elevaría a $ 19.300 la tonelada, lo que representaría una suba del 20,7%.
Estos mayores precios en insumos básicos impactan en bienes de la canasta básica como la harina, leche y carnes. Lamentablemente la falta de política ganadera en Argentina nos ha puesto de cara a un severo problema en el corto plazo. La cantidad de animales relevada en diciembre de 2019 disminuyó, y es altamente probable que vuelva a disminuir en el 2020, subieron las exportaciones a 1 millón de toneladas; y el precio del maíz es el más elevado de los últimos años. Menos oferta, más demanda y suba de costos, harán de la carne vacuna un producto escaso y esto se reflejará en los precios.
La carne porcina abastece una pequeña porción del consumo interno, y no puede convertirse en lo inmediato en un sustituto de la carne vacuna. La carne aviar ha demostrado ser un sustituto, sin embargo, le caben las generales de la ley, y la suba del maíz elevará su precio.
Un párrafo aparte para la leche, afectada por el clima y la suba de costos, creemos que vamos a un escenario de suba de costos y menos oferta en el sector, con lo cual los precios buscarán nuevas alturas. El precio externo de la leche no ayuda a incrementar la producción, y el mercado interno no genera utilidades para repagar nuevas inversiones.
Estamos en un escenario en donde los que no conocen lo que sucede en el interior del país se llenan la boca hablando de la suba de los precios de la soja, el maíz y el trigo, pero desconocen que, sin políticas de Estado, estas subas impactan en toda la cadena de agregado de valor, que, sumado a los inapropiados impuestos que aplica el Estado, generan una suba de costos que hacen que el producto puesto en góndola sea mucho más caro.
Muchas empresas nacionales que son un ejemplo de agregado de valor no reciben créditos a tasas subsidiadas, o bien deben pagar enormes cargas tributarias nacionales, provinciales y municipales, agravado en esta coyuntura por el impuesto a la riqueza que deben pagar las empresas nacionales, pero que no pagan las empresas extranjeras. Los impuestos patrimoniales terminan siendo un costo, que se traslada al consumidor, un impuesto sin sentido que tiene poco de solidario, y lo terminamos pagando todos, menos las empresas extranjeras.
El mix de suba de insumos, aumento de la presión tributaria y menos consumo de la población son un mix muy nocivo para las empresas de agregado de valor, que no solo pierden mercado interno, sino que tienen costos tan elevados que no pueden entrar con sus productos en el exterior. ¿Un problema de tipo de cambio? No, en absoluto, es un problema de altos costos internos, fundamentalmente impositivos y de logística, y una alta regulación laboral. En la actualidad una empresa que desea aumentar su producción no lo hace ante la amenaza de que, si el proyecto resulta un fiasco, el personal que tomó, al despedirlo, debe pagar doble indemnización.
Conclusión
El 2021 llega atado con alfileres, ni la suba de las materias primas nos roba una sonrisa. Las políticas de Estado para los sectores económicos son tan malas, que una suba de precios en los insumos, nos generan la posibilidad de grandes quebrantos.
La suba del maíz y el trigo, en lugar de generarnos un efecto riqueza, nos generan más pobreza, porque los precios aumentan y la cosecha no trae tantas cantidades como para hacer la diferencia. Producimos la misma cantidad de leche que hace 20 años, estamos achicando el rodeo vacuno, y la cadena productiva está lejos de mostrarse satisfecha en este escenario. Casi que no hay diferencia entre la cadena de suministros y el tren fantasma.