Por Invecq Consultora Económica.
La economía brasilera está intentando salir de la recesión económica más profunda desde los años 30, en el siglo pasado. Luego de un cuasi estancamiento en 2014 (el PBI varió solo 0,5%), la actividad económica atravesó por dos años muy duros. Durante 2015, la recesión fue del 3,8% interanual, seguido de un -3,5% durante 2016. Afortunadamente, los primeros dos trimestres del 2017 fueron positivos en relación a los inmediatamente anteriores por lo que, de continuar por este camino, pronto se conseguiría terminar con la recesión que acumula 8 trimestres consecutivos y comenzar a recuperar los 8,6 puntos porcentuales de riqueza perdidos en los últimos años. Según las proyecciones del mercado brasilero, este año cerraría con un tímido rebote del 0,7% seguido de otro año de recuperación, con una variación del 2,5% en 2018. Las esperanzas están puestas en que el sector industrial, finalmente deje de caer y arrastrar a toda la economía hacia los números rojos.
Es conocida la importancia que reviste Brasil para la economía argentina. Socio principal dentro del Mercosur y de la región, el país vecino es el primer destino de las exportaciones locales (se enviaron el 20% de ellas, en promedio, durante los últimos 10 años) y adquiere mayor importancia aún cuando se consideran las exportaciones de manufacturas industriales. Del total exportado a Brasil más del 60% de los bienes corresponde a bienes industriales, especialmente autopartes. Dada esta configuración, es lógico que, al verse disminuida la actividad económica brasilera, el efecto sobre las compras a Argentina sea negativo. En efecto, esto se verifica de manera impactante en los hechos: en relación al año 2013, durante el año pasado, el país carioca demandó un 45% menos de productos argentinos, lo que significa para Argentina haber perdido unos 7.500 millones de dólares solo durante el año pasado.
Con estos números de telón de fondo toma mayor relevancia la preocupación y el monitoreo de la economía brasilera por parte de los agentes locales. Una consolidación de la reactivación, que ha comenzado a avizorarse en el primer trimestre del año, tendrá sin dudas un efecto contagio positivo sobre la producción local. De hecho, desde el último trimestre del año pasado, las exportaciones hacia Brasil han logrado quebrar la tendencia negativa que mostraban desde el año 2014 y están mostrando variaciones interanuales positivas. En el siguiente gráfico se presenta con gran claridad la relación cíclica que vincula al nivel de actividad brasilero con las exportaciones argentinas hacia ese destino.
De confirmarse las proyecciones para el resto del año, pero principalmente para el 2018 (un rebote más acelerado -del 2,5%-), estimamos que las compras de productos argentinos por parte de Brasil podrían sostenerse en una tasa de crecimiento interanual de entre el 7 y el 10%. Esto implicaría un efecto muy positivo sobre las exportaciones locales, y principalmente sobre sectores que no han mostrado un desempeño reciente positivo, como el caso de la cadena de valor automotriz.
¿Cuán probable es el sostenimiento de la recuperación brasilera? Si bien hasta hace pocos meses, el principal factor de inestabilidad era el político, hoy en día se observa que la baja popularidad de Michel Temer y sus vínculos con los casos de corrupción recientemente salidos a la luz, podría terminar siendo, paradójicamente, una ventaja para la economía brasilera. En exactamente un año, Brasil deberá volver a elegir a un presidente para los próximos 5 años de gobierno. Temer es consiente de que sus posibilidades de victoria en las urnas son casi nulas. Y aquí justamente podría estar la fortaleza. Un presidente que, con inexistentes chances electorales, está dispuesto a continuar avanzando en reformas tan impopulares como necesarias para sanear el sistema económico. El mejor ejemplo de ello es la revolucionaria reforma laboral que ha logrado aprobarse en el Congreso brasilero semanas atrás; reforma que le permite sacarnos ventaja en la materia. Un nuevo presidente elegido democraticamente y con un nivel de popularidad razonable, tomando el poder en un contexto de recuperación de la actividad económica y con reformas estructurales hechas por el presidente saliente. Las perspectivas parecen estar cambiando para Brasil y, por efecto contagio, también para la Argentina.
Fuente: https://www.invecq.com/contenidos/economia/brasil-empujar-finalmente/