Por César Litvin
Las características técnicas del impuesto a los Ingresos Brutos son nefastas para la economía.
Es plurifásico, se gravan todas las etapas, sin descontar crédito fiscal, produciendo un efecto cascada y acumulativo con exceso de incidencia en el precio, por sobre la recaudación efectiva.
Afecta las exportaciones, porque no tiene reintegro el gravamen pagado en cada etapa, con lo cual se exporta impuesto, afectando la competitividad.
Desconoce la capacidad económica de los contribuyentes, todos pagan lo mismo y la base imponible no considera el resultado de la operación (aunque se venda a pérdida)
Existen diferentes alícuotas por la misma actividad en algunas jurisdicciones, como así también disímiles criterios de interpretación y aplicación de las normas.
En los últimos años, las provincias crearon regímenes de retención, percepción, recaudación y otros pagos a cuenta, provocando significativos saldos a favor del contribuyentes con ‘laberintos’ normativos para su devolución, creando el efecto ‘helado en la mano’, se derriten rápidamente los saldos a favor y se convierten en verdaderos impuestos ‘a espaldas de la ley’.
Las provincias han incumplido el Pacto Federal II, que obligaba a las mismas a eximir la etapa industrial, para generar competitividad. Sin embargo las jurisdicciones sólo dejaron exenta la manufactura radicada y vendida en la misma provincia, desnaturalizando el objetivo del Pacto. Es más, las industrias de extraña jurisdicción, tienen alícuotas del impuesto superior a la existente previa al Acuerdo.
Ingresos Brutos completa todos los casilleros de las distorsiones, obviamente que desalienta la inversión y generación de empleo. Sin embargo las Provincias valoran mucho la recaudación que emana de este Impuesto, en promedio representa el 75% de los ingresos propios.
En la última década, 2006/16 la recaudación del IVA aumentó un 0,8% del PBI, en cambio Ingresos brutos tuvo un incremento del 1,4% del PBI. La incidencia de este último en el total de los impuestos al consumo llega al 63%. En los alimentos, Ingresos Brutos representa el 7,4% del precio y es el tercer tributo en importancia que influye en precios luego de IVA y cargas sociales. En el año 2016, 11 jurisdicciones aumentaron las alícuotas del impuesto.
La recaudación proyectada de este gravamen para el año en curso de todas las jurisdicciones supera los $ 310.000 millones. El desafío es sustituir estos recursos por otro más eficiente y con menores distorsiones para el desarrollo económico.
Su única virtud: «Es invisible a los ojos». El consumidor no conoce cuánto paga de este impuesto en el precio final.
Fuente: https://www.cronista.com/columnistas/Ingresos-brutos-enemigo-de-la-competitividad-20170802-0019.html
El autor es tributarista. Socio del Estudio Lisicki, Litvin & Asociados.