Por Nélida Nicastro (*)
“Si usted no toma ninguna decisión, ya tomó una…y está equivocada”.
Esta frase parece una obviedad pero no lo es. Veamos cuantas veces creyó no estar tomando una decisión: cuando dejó pasar, postergó, simplemente accionó, puso el tema al final de la pila de papeles?…
Revisando los textos de administración de empresas cuando se habla de toma de decisiones se suele mencionar la palabra racional y en algunos casos la palabra emocional en el segundo ítem.
El auge de las neurociencias, nos informa acerca de que tal división no es real, que nuestra área motora suplementaria por ejemplo veta nuestra acción si la considera riesgosa. Nuestros aprendizajes están muy condicionados por nuestras emociones y esta interacción es exactamente un carril de doble vía. Tomamos decisiones todo el tiempo, aunque aparezcan en nuestra mente como simples automatismos, porque las hacemos de memoria.
Las decisiones marcan nuestro desempeño. Hablan mucho acerca de nosotros mismos.
Cuando decidimos estamos dejando atrás múltiples opciones que podrían haber sido viables y nuestro rendimiento no sería el mismo.
Si nuestras decisiones están tan influidas por nuestras percepciones, creencias y valores, entonces seguramente responden a un patrón o estilo personal.
Desde la Neuroplasticidad sabemos que aquellos caminos sinápticos que se usan más frecuentemente se refuerzan y que aquellos que no usamos se degradan. Por to tanto seguramente ud. tiene una forma determinada de tomar decisiones, independientemente en parte de los resultados que ha obtenido a la largo del tiempo al implementarla. ¿Y qué pasa entonces con la distancia entre el estilo personal y los resultados obtenidos?
Muchas preguntas y pocas respuestas porque la idea es que aprendamos a des-naturalizar la idea de que vivimos sin tomar decisiones o que las decisiones son racionales en sentido Aristotélico.
La toma de decisión es un proceso complejo, que requiere de muchas variables, las cuales intervienen de una manera singular en cada uno de nosotros y en nuestras organizaciones.
* La autora es Psicóloga cognitiva. Psiconeuroevaluadora en adultos mayores. Docente de Neurociencias y toma de decisión para entrenadores deportivos. Ex docente e investigadora de UNR. Facultad de Psicología