La demanda de los importadores, que se apuraron a comprar divisas para saldar deudas, se llevó buena parte de los dólares que ingresaron los exportadores.
Suele decirse que abril, mayo y junio conforman “el trimestre de oro” de la economía argentina. En este período entran al país el grueso de los dólares que produce el campo. Hay un impacto directo en la actividad económica y también en las reservas del Banco Central.
Este año las cosas no se están dando bien. En actividad, es obvio. Tampoco en el tema reservas. Hoy -final del segundo trimestre- las reservas están en US$ 43.243 millones casi al mismo nivel que los US$ 43.561 que se observaban tres meses atrás.
No hubo posibilidad de acumular dólares, pese al cepo y a que no se pagaron cinco cupones de intereses de bonos por más de 1.100 millones de dólares. Dos motivos principales. Buena parte de los dólares que debieron entrar en el segundo trimestre ingresaron al Central a fines de 2019, porque los agroexportadores se apuraron a liquidar divisas antes de quedar alcanzados por una suba de retenciones. El segundo motivo es tal vez más preocupante. Como se cortó el financiamiento para los importadores, este sector incrementó la demanda de divisas al único vendedor disponible: el Banco Central. Las compras obedecieron a apurarse a cerrar deudas con proveedores externos ante el temor de una devaluación y ante la posibilidad de que se cierre el grifo de divisas en defensa del menguante stock de reservas.
El fenómeno de reservas estancadas fue destacado esta semana por el economista Hernán del Villar, de la consultora Alpha, en un seminario que ofreció a los clientes de los fondos de inversión Quinquela. También en el último informe del consultor Daniel Marx, de Quantum.
Del Villar señaló que abril y mayo fueron malos, porque salieron más dólares que los que entraron. “De abril a julio suelen sobrar los dólares, y eso se aprovecha para seguir proveyendo de dólares el resto del año. Pero este año no ocurrió eso, fue un trimestre peor que lo esperado, porque el balance comercial cambiario generó en estos meses ingresos de 300 a 400 millones, y un año atrás alcanzaba los 2.000 millones”.
A este problema, señala Del Villar, se suma la demanda por atesoramiento. En abril fueron 250 millones, cerca de 450 millones en mayo y -como informó Clarín el viernes, 650 millones en junio. “En último cuatrimestre está complicado. El Gobierno necesita comprar dólares, y el nivel de reservas netas está muy ajustado. Además, la demora del acuerdo de la deuda nos hizo pagar cerca de 4.500 millones de dólares en el primer trimestre que hoy no están y los necesitamos”.
Por su parte, Daniel Marx señaló que, mirando el Balance Cambiario de mayo del BCRA, surge que el balance comercial en base caja es menor al saldo comercial del balance de pagos, revirtiendo lo verificado en 2018 y 2019.
“En esos años, el balance en base caja fue inferior al saldo de las operaciones de comercio exterior en US$ 6.072 millones y US$ 4.495 millones, respectivamente. En cambio, en el mismo periodo de 2020 el saldo es mayor en US$ 2.927 millones. “Se aprecia que ese cambio se debe fundamentalmente a movimientos asociados a las importaciones”.
En los primeros meses de 2018 y 2019 el valor de los productos importados superó los pagos efectuados por ese concepto en US$ 9.121 millones y US$ 8.289 millones. En cambio, en 2020 fueron los pagos los que superaron los ingresos de bienes al país en US$ 497 millones, es decir, comparado con 2019 los pagos aumentaron en US$ 3.793 millones mientras las importaciones se reducían US$ 4.993 millones. Dice Marx que “parte de eso puede ser explicado por reducción de importaciones, pero también se nota que se reduce el plazo de financiamiento de las importaciones ocurridas”.
Marx concluye que “dada la magnitud de los movimientos de divisas correspondientes al comercio exterior, su normalización tendría efectos notables en aliviar presiones cambiarias y sobre reservas del BCRA. “
Del Villar es más cauto. A su juicio, el corolario de esto, con o sin arreglo de deuda es: más controles a la venta de dólares o un impuesto PAIS a la compra de divisas con una alícuota mayor al 30% actual.