Miedo en la Casa Rosada de que sea el peor mes de toda la era Macri. La devaluación superaría el 13% y se acumularía más de 67% en todo 2018. La economía podría caer a niveles de 2014. Dante Sica prepara un plan productivo para presentar en menos de un mes.
En el Gobierno avanza un temor: que el actual agosto sea el peor mes económico de toda la gestión Mauricio Macri. Según los datos, por ahora muy preliminares, la tendencia para el mes indicaría que la inflación se ubicaría ya en un 3,5% de piso avanzando peligrosamente al 4%; que la caída interanual de la actividad estaría nuevamente en un 6% con un retroceso mensual de más de 1% y que la devaluación podría superar el 13% (del 66,6% acumulado hasta ayer en 2018). De confirmarse este combo cruzado de malas novedades económicas y financieras, provocaría que el viernes termine un mes para el olvido, sólo comparable con junio pasado, el piso hasta ahora de toda la gestión de Macri. Las proyecciones de los analistas económicos cercanos a la Jefatura de Gabinete hablan de otro mes aún más preocupante: octubre. Ese mes, según todas las conjeturas oficiales, la economía argentina habrá llegado a su piso de caída, y podría comenzar a crecer, a partir de lo que puedan aportar la recuperación del agro (en el período postsequía), los sectores que se verían beneficiados por la devaluación (el turismo) y la eventual reactivación de la obra pública. Si esto no sucediera, y si la economía tardara aún más en volver a crecer luego de haber llegado a un piso de caída, la situación de crisis de reactivación se trasladaría a 2019, comprometiendo seriamente el inicio del año.
Mientras tanto, según las conjeturas oficiales, julio de 2019 habría sido un mes de baja en la producción y la actividad económica, pero en niveles menos preocupantes que los de junio. La baja interanual se ubicaría entre 1% y 2%, contra el 6,7% del mes anterior, y a partir de una mejora en el sector agropecuario, en la producción de alimentos (fundamentalmente carne) y en el factor residual de la continuidad de la obra pública. Como además fue un mes de inflación alta, pero más baja que la de junio (3,1% contra 3,7%) y de baja en la cotización del dólar (5,4% contra junio), el resultado en la economía real debería ser menos dramático que el mes anterior.
El problema comenzó el 1 de agosto. Cuando se computen los números finales de este mes, el Gobierno de Mauricio Macri deberá reconocer una realidad: los datos del Estimador Mensual de la Actividad Económica (EMAE) habrán llegado a los niveles de 2014; cuando, a junio pasado, la variable ya había retrocedido a los números de enero de 2015. El problema de agosto es el panorama devastador que dejaron las dos variables que más están dañando la economía y la confianza: la inflación y la devaluación, y la relación entre ambas.
Según los datos con que termina agosto, la devaluación ya llega a un 13% en el mes, y acumula hasta ayer el diabólico porcentaje de 66,6%. Si bien no hay una manera lógica y profesional de medir el pass through hacia los precios, la experiencia desde el primer trimestre de 2016 indica que el IPC tendrá inevitablemente un alza no menor a 2% por ese efecto. Si se suma además que este mes el Gobierno autorizó alzas en los combustibles de 6% en promedio, y si se considera que cada 5 puntos porcentuales representan un punto de inflación, la base residual del incremento en los precios sería de no menos de 3%. Los otros sectores estacionales de agosto harían el resto y elevarían la inflación hacia un piso de 3,5%, con la posibilidad de un acercamiento peligroso al 4%. Inevitablemente el IPC se ubicará en agosto en un 23%, y luego habrá que esperar a lo que ocurra en los últimos cuatro meses restantes para saber el resultado final de la inflación en el año. Si se defendiera la meta de 32%, el promedio mensual no debería superar el 2,25%. Lo más probable es que el porcentaje promedio se ubique cerca del 3% y que al cerrar el año el Gobierno deba defender la barrera del 35%.
Ante esto, el Presidente en persona le pidió al ministro de la Producción, Dante Sica, que elabore un plan profundo de reactivación de la economía. La intención oficial y política del jefe de Estado es que cuando comiencen a confirmarse los datos demoledores de agosto (entre la última quincena de septiembre y la primera de octubre), la discusión económica se concentre en la aprobación del presupuesto 2019 en el Congreso y los alcances de ese plan que Sica debería presentar en la Casa de Gobierno en algún momento oportuno dentro del próximo mes y medio.
Fuente: http://www.ambito.com/931952-temor-oficial-por-datos-economicos-de-agosto