Los niveles de imagen e intención de voto del presidente Mauricio Macri fueron variando de acuerdo a los altibajos en la cotización de la divisa estadounidense y en la suba de los precios.
La PASO del 11 de agosto, la general del 27 de octubre y un eventual ballottage el 23 de noviembre tendrán en común un signo que viene caracterizando la previa de cada elección, como mínimo, de los últimos 20 años. El curso de la economía, tal vez como nunca antes, representa este año un factor central, de tremenda influencia política, en los vaivenes de una campaña de bajo voltaje, polarizada al extremo y en la que prevalecen las chicanas por encima de las propuestas para superarla coyuntura. Los vaivenes en el precio del dólar y en la inflación mensual lo demuestran así: depende de cómo se movieron durante el año, los índices de imagen positiva de Macri crecieron o disminuyeron abruptamente.
El intento por reelegir del presidente Mauricio Macri es el que mejor grafica el contexto actual: cada buena o mala noticia económica que tuvo el Gobierno en los últimos meses mostró relación directa con los vaivenes en la imagen presidencial, desde marzo a julio.
El punto de inflexión fue el lunes 29 de abril, cuando el FMI autorizó al Banco Central a utilizar reservas para controlar el precio del dólar, que había tocado su techo máximo tres días antes: $ 46,95. En ese momento crítico para el macrismo, la imagen del Presidente había caído hasta llegar al 24,1% según un relevamiento de la consultora Management & Fit. La inflación, entonces, se movía entre el 3,4% y el 3,6%, por debajo del duro 4,7% que arrojó marzo, pero muy por encima del último 2,7% de junio.
El antes y después de esa decisión del Fondo que modificó el mapa político y económico nacional rearmó la tendencia de que Macri creció o decreció para el electorado según las oscilaciones del dólar y la inflación.
En marzo, por ejemplo, el precio del dólar se ubicaba en $ 40,70. Ese mismo mes lo cerró casi un 10% encima de ese valor, a $ 44,70. A la par fue reduciendo su imagen positiva Macri, que entonces se ubicaba, según un informe de la Universidad de San Andrés, en 33%.
En abril, el dólar comenzó en $ 43,70 y concluyó al citado $ 46,95. En mayo inició el retroceso el valor de la divisa estadounidense, aunque se mantuvo siempre en la línea entre los $ 45 y $ 46. En junio el dólar tocó su piso en el período estudiado, al perforarlos $ 43. Cerró, sin embargo, a $ 43,50, en el comienzo de otra alza sostenida, que se mantuvo hasta ayer, cuando julio concluyó en $ 44,90,siempre según las pizarras del Banco Nación.
Las tres encuestadoras analizadas confirmaron la tendencia. Udesa, por ejemplo, tuvo un ida y vuelta bien claro: las opiniones favorables a Macri eran 33% en marzo, se redujeron a 28% en mayo y volvieron a ser un tercio exacto en julio.
Management & Fit es la que muestra un cambio más brusco, favorable para el Presidente. Su imagen positiva ascendía a 25,6% en marzo, pasó a 24,1% en mayo y subió hasta 34,7%. Esa consultora diferenció la expectativa política de la económica en el Gobierno: los números fueron casi idénticos y el crecimiento igual de sostenido.
Synopsis, una de las consultoras que más atención despierta en Casa Rosada, también reflejó esos vaivenes en marzo, mayo y julio. De 31,6% pasó a 29,8% y luego a 34,5%.
Anuncios decisivos
Las variables dólar e inflación tuvieron efecto en la campaña y alteraron el humor social, aunque también hubo momentos bisagras que modificaron las expectativas. El sábado 17 de mayo, por ejemplo, Cristina Kirchner madrugó a toda la clase política al anunciar que se bajaba de la precandidatura a la presidencia para acompañar como vicepresidenta a Alberto Fernández en el luego denominado Frente de Todos.
En las encuestas el impacto se sintió, y al ser la primera fórmula confirmada, picó en punta rápidamente en los relevamientos que contemplaban intención de voto.
El 11 de junio llegó la réplica oficial, con la gran sorpresa que generó la designación de Miguel Ángel Pichetto como socio de Mauricio Macri en su búsqueda por la reelección. El pase del año motivó buenas repercusiones en el sector financiero, que aplaudió la decisión del Gobierno. El dólar profundizó su descenso, el riesgo país fue a la baja y la inflación acompañó también ese sendero.
Si bien las encuestas recién hicieron consultas sobre intención de voto cuando se conocieron las fórmulas; en términos de imagen, si se tradujera a voto, sí se puede analizar cuánto recuperó Macri en los últimos dos meses, desde que el dólar se contuvo y la inflación empezó a bajar. Considerando un padrón de alrededor de 32 millones de votantes, un 34%, como el que alcanzó de imagen en julio, equivaldría a unos 11 millones de votantes, mientras que un 24%, como el que tocó en mayo, representaría unos 7,5 millones, casi 3,5 millones de posibles electores de diferencia.
Optimismo oficial
El cierre de julio dejó sensaciones positivas en Casa Rosada, sobre todo en lo que tiene que ver con la consideración electoral y las expectativas de reelección de Mauricio Macri. En comparación con los meses previos, en la mesa chica del Presidente están convencidos de que hubo un crecimiento importante en las chances de Macri y, en simultáneo, una caída de la intención de voto de la dupla Alberto Fernández – Cristina Fernández.
Hacia las PASO, que se desarrollarán en diez días, en el Gobierno creen que Macri acortó la distancia hasta por debajo de los dos puntos, sustentado principalmente en los rendimientos en provincias estratégicas como Córdoba y aquellas en las que gobierna Juntos por el Cambio. En los municipios propios de la provincia de Buenos Aires, también, Macri busca apuntalar un escenario complejo, que se habría achicado en el último tiempo. Hoy en la Provincia, la expectativa es que el Presidente esté alrededor de cinco puntos abajo de Fernández. Ese margen lo mostraría competitivo y le permitiría equilibrar en el resto del país.
En el Gobierno esperan para los últimos días de campaña que se reduzca al máximo la cantidad de errores no forzados que suelen surgir en la previa a la elección. Por eso reforzaron el trabajo en la comunicación y bajaron esa línea a los ministros y a los candidatos de cada distrito.
La elevada polarización que muestra el escenario pre PASO genera un interrogante que recién se develará a partir del 12: hacia dónde irán los votos que sacó Sergio Massa en 2015, que en las generales fueron el 21%. En el Gobierno sostienen que, en porcentaje, ese electorado va a ir mayoritariamente hacia sus las y lo estiman en al menos un 60% de ese total. «Sigue creciendo día a día», sostienen.
Así como en su momento se buscó deslegitimarla gura de la PASO, sobre todo desde un sector de la UCR, hoy para Juntos por el Cambio es central que la gente vaya a votar en diez días, ya que entienden que cuanto mayor participación haya más chances tendrán de alcanzar a Fernández. Macri lo pide en los spot de campaña.
Cada voto vale, y puede definir una elección que se perla igualada, ya en la PASO, como también en la general e incluso en un ballottage que, debido a la alta polarización que se prevé y que puede volcarla elección para uno u otro lado en octubre, va perdiendo fuerza.