El sector financiero argentino ha tenido un crecimiento excepcional en los últimos años. Sin embargo, el panorama ha cambiado en los últimos meses. Por empezar, el contexto es diferente: desde el primer trimestre de este año la economía se encuentra en recesión y ha sumado constantemente nuevas complicaciones, especialmente el default.
La industria bancaria ha vivido 10 años de sólido crecimiento, en línea con la situación macroeconómica del país. Esto le permitió recomponer sus balances luego de la crisis del 2001 y mejorar todos sus ratios e indicadores. Ejemplos en este sentido abundan, pero podemos destacar:
Sólidos ratios de capitalización, en todos los casos mostrando una posición excedentaria de capital regulatorio.
Aumento constante y continuo del ROA (return on assets) y ROE (return on equity).
Fuerte aumento del tamaño de sus balances (+28,5% y/y; +195,8% vs diciembre 2009).
En este contexto, las acciones bancarias han sido una de las favoritas de los inversores. El siguiente gráfico permite ver su evolución desde principio de 2012:
Fuente: Elaboración propia en base a datos de Reuters (cotización 30/12/2011 base 100)
Más allá de la alta volatilidad que se percibe en el gráfico, se puede ver que su tendencia ha sido al alza y que ambos bancos han llegado a duplicar su cotización en bolsa. Sin embargo, vientos de frente han aparecido y el panorama ha cambiado. Además de dos cuestiones críticas de la macro argentina, como son el default en julio de los bonos Discount (y próximamente los bonos Par) y la entrada en recesión de la economía, hay factores propios del sector que no deben ser pasados por alto. Algunos de ellos son:
Limitación a la tenencia de activos en moneda extranjera: mediante las Comunicaciones A5536 del 04/02/2014 y la A5627 del 03/09/2014, el Banco Central dispuso limitar la posición global neta positiva de moneda extranjera al 20% de la responsabilidad patrimonial computable de los bancos. Estas medidas, que fueron tomadas para bajar el contado con liqui y las expectativas de devaluación, dejan a las entidades más expuestas a una depreciación de la moneda local, afectando negativamente su solvencia y aumentando su riesgo en caso de que se produzca una nueva crisis.
Limitaciones a las tasas de interés máximas a cobrar por operaciones de crédito, en lo referente a préstamos y créditos personales y prendarios sobre automotores (Comunicación A5590 del 10/06/2014). Los techos a las tasas fueron fijados en base a las licitaciones de Lebacs y tienen como tope 2x Lebacs 90 días. Esto redujo las carteras de créditos de los bancos y centró sus negocios en clientes de menor riesgo, dejando a otros fuera del sistema (ya que la relación rentabilidad/riesgo no era compensada). Además, la Comunicación A5593 del mismo día extendió la normativa a otras entidades, privando a los bancos de invertir en sus productos (ejemplos, préstamos bridge, fideicomisos financieros retail, etc)
Fijación de tasas mínimas a pagar por plazos fijos a ahorristas minoristas. Según la Comunicación A5640 emitida por el Banco Central el 06/10/2014, la tasa de interés pasiva de referencia a 30 días no podrá ser inferior al 87% de lo pagado por Lebacs. Esto ubica actualmente la tasa en un mínimo de 22,89%, cuando los bancos tomaban fondos a menos de un 20%. Según estimaciones de mercado, esto podría costarle a los bancos más de 7.200 millones de pesos. La regulación de las tasas activas y pasivas impactan directamente en los márgenes de intermediación de los bancos, achicando la primera línea de su estado de resultados.
Imposiciones sobre sectores a los cuales dirigir los créditos y tasas aplicables para estas operaciones (Comunicación A5638 la modificación más reciente). Hoy en día los bancos están obligados a destinar un mínimo del 5% del promedio mensual de depósitos del sector privado a MiPyMEs a una tasa máxima del 19,50%, que se va actualizando semestralmente. El plazo promedio de estos préstamos debe ser igual o superior a los 24 meses, con una amortización no menor a los 36 meses.
Otros factores a considerar: el tibio aumento de la cartera irregular (non-performing loans), el nulo acceso a los mercados internacionales de deuda, la caída de la rentabilidad de los bancos al ajustar sus ganancias por inflación, la mayor presión fiscal, etc.
La regulación sobre el sector ha ido en constante aumento y así continuará en el corto plazo. Su impacto es claro: margen de intermediación cada vez más acotado, préstamos a tasas reales negativas, activos para responder en crisis de peor calidad y mayor riesgo sistémico, y pérdida de autonomía, entre otros. Las nuevas autoridades del Banco Central están convencidas de que una mayor intervención es necesaria y la presión sobre el sector bancario seguirá creciendo.
Todo esto se suma a que la penetración del sector bancario en Argentina es muy baja. Por ejemplo, y en comparación con otros países latinoamericanos, el ratio de crédito interno al sector privado medido como porcentaje del PBI en Argentina es del 15,7%, mientras que en Chile alcanza el 105,9% y en Brasil el 70,7% (Fuente: World Bank, 2013).
En este contexto,el panorama del sector no es favorable en el corto plazo y los mercados lo hacen saber: desde el 30 de julio, el día anterior al default, hasta este lunes, Macro cayó 30,2% y Galicia 32,8%. El derrumbe de sus acciones queda por demás explicado por todo lo señalado.
El autor es Lic. en Ciencias Empresariales y tiene un Master en Banca y Regulación Financiera. Actualmente se desempeña como Analista de bolsa en TSA Bursátil, una empresa del Grupo Transatlántica