El funcionario sabe que la herencia recibida es muy pesada y que necesita avanzar rápido en profundos cambios. Deberá tomar medidas muy antipáticas para revertir un rojo fiscal que es el más alto desde el retorno de la democracia. Pese al desafío, se muestra distendido y confiado
Sonriente, verborrágico y rápido para las respuestas. Así se lo vio en su primera conferencia de prensa «post cepo» a Alfonso Prat Gay quien, en ciertos tramos de su alocución, hasta parecía que la «canchereaba», aun cuando se trató de una suerte de presentación oficial de su plan económico.
La urgencia del mercado cambiario, de la mano de un tipo de cambio atrasado y una caja del Banco Central en emergencia, lo habían obligado semanas atrás a empezar por el plano del dólar.
Pero este miércoles el ministro de Hacienda se centró en aquello que, evidentemente, considera más relevante: destacar la dimensión del agujero fiscal que recibió de manos de Axel Kicillof.
La hora y 20 minutos en que se explayó sobre la economía estuvo plagada de chicanas para los funcionarios del gobierno kirchnerista.
Los acusó de despilfarrar el mayor ingreso impositivo de la historia, de llenar de incentivos negativos al aparato productivo, de negociar mal con los «fondos buitres» y con el Club de París e, incluso, de dibujar las cifras del gasto público.
Pero es claro que todas esas acusaciones tenían un objetivo que iba más allá de la mera chicana política: al destacar la dimensión del rojo fiscal, lo que hizo Prat Gay fue preparar el terreno para que la opinión pública pudiera asimilar las noticias antipáticas que tenía para dar.
A saber: el inevitable tarifazo en los servicios públicos, el recorte del gasto público y un cierre a la canilla monetaria.
Intentó transmitir, en definitiva, la idea de que había llegado la hora de pagar la fiesta kirchnerista, de hacerse cargo de los resultados de una gestión a la que consideró cuanto menos ineficiente a la hora de administrar los recursos.
También insinuó que no habrá que esperar un crecimiento importante para este año y que recién en 2017 se verá el resultado positivo en el plano de la actividad productiva.
Pero, sobre todo, la función de Prat Gay frente al micrófono fue la de desempolvar el viejo y clásico rol de los ministros recién asumidos, que explican su visión sobre el país y resumen su filosofía económica.
En su caso, el diagnóstico más importante no fue sólo el de la pesada herencia en el plano fiscal, sino la manera en que las regulaciones «ahogaron» durante los últimos años a la fuerza productiva del sector privado.
Esa fue, en definitiva, la promesa entrelíneas de todo su plan: que tras el trago amargo de las medidas que se tomarán en el corto plazo, se podrá disfrutar de los beneficios de una economía funcionando sin desestímulos.
Los anuncios detrás de las chicanas
Prat Gay utilizó varios pasajes de la conferencia para «dedicarlos» a su antecesor en el cargo, Axel Kicillof, y a Cristina Kirchner.
Uno de los momentos más duros con la gestión anterior fue cuando, al comienzo, habló sobre la negociación con los holdouts.
«No se crean ni un segundo el verso de que peleándonos con los buitres hacemos un servicio a los argentinos. Esta negociación no va a durar ni 15 años ni 48 horas. Queremos resolver este problema y lo vamos a hacer lo más rápido y justamente posible», señaló.
El funcionario recordó que la Argentina mantiene parte de su deuda impaga desde 2001. Y, al mismo tiempo, recordó que Kicillof selló a las apuradas un acuerdo con el Club de París, justamente, para salir del default reconociendo punitorios que no se contabilizan en ninguna negociación con acreedores institucionales.
El ministro no dio ningún detalle sobre el inicio de las conversaciones en Nueva York, pero sí quedó claro que el Gobierno de Mauricio Macri busca un rápido entendimiento con los holdouts. «Lo más justo posible», dijo.
Luego de asumir que los pasivos con este grupo de acreedores trepan a los u$s9.982 millones, Prat Gay volvió a usar el ejemplo de un taxi en marcha para dar cuenta de lo costosa que resultó la estrategia kirchnerista de dilatar un pacto.
A esta altura, y luego de escuchar los pronósticos del titular de Hacienda, queda claro también que el Gobierno necesita de un rápido acuerdo para cumplir con sus metas fiscales e inflacionarias, dos de las principales variables que hoy desvelan al equipo económico.
Achicar el rojo: ¿a qué ritmo y en qué medida?
«El Gobierno anterior dejó un nivel de déficit del 5,8 por ciento del PBI que es el valor más alto de los últimos 30 años de nuestra historia, a pesar de haber tenido una recaudación récord que fue la más alta de los últimos 200 años», sintetizó Prat Gay.
Desde la consultora Ledesma coincidieron en señalar que «el rojo financiero que recibió el macrismo es el más grande desde el retorno de la democracia».
«La única causa posible es el tamaño del Estado Nacional, medido este último como gasto primario sobre PBI. Por lo tanto, la forma sustentable de cerrar ese inmenso déficit es achicando y racionalizando ese ´megaestado´ que dejó la administración CFK», completa el informe.
De acuerdo con las estimaciones de Prat Gay, hacer más eficiente la administración permitirá ahorrar el equivalente a poco menos de 1 punto del PBI.
Con respecto al gasto público, el funcionario agregó que la gestión pondrá foco en licitaciones que no se realizaban de manera regular, pagos a cuenta de obras que no se entregaban e, incluso, en el empleo público, como ha venido sucediendo en estos días.
Sobre este este último punto, criticó el «despilfarro» que están detectando «en todos los ministerios» y remarcó que se encontraron con un Estado «con ñoquis y militantes».
«Encontramos un Estado lleno de militantes pero vacío de contenido. Queremos que al Estado no le sobre la grasa de los militantes. Vamos a contratar a las mejores personas para cada puesto, para revitalizar el servicio público. Y las cosas no van a tener ningún retorno», disparó Prat Gay.
Sin embargo, la principal fuente para reducir el desequilibrio de las cuentas públicas será el recorte de los subsidios energéticos.
Habrá un fuerte aumento de las tarifas de luz y de gas, cuyo esquema «está puliendo» el ministro de Energía, Juan José Aranguren.
El único dato que dio Prat Gay es que la cuenta de los subsidios se achicará este año en 1,5 puntos del PBI, lo que equivale a unos $110.000 millones.
«Lo recibirán sólo quienes los necesitan. Tenemos la vocación de dejar de subsidiar al 30 ó 40 por ciento más rico de la población. En especial en el área metropolitana», subrayó.
Que no huela a ajuste
Prat Gay se preocupó por dar una señal a la población de que éste no es un «Gobierno del ajuste».
Quiso despegarse no solamente de la idea que, sobre todo en las redes sociales, despliega el kirchnerismo, sino también de lo que les pasó a otras administraciones, como la de Fernando de la Rúa, que anunciaron medidas recesivas y sufrieron un impacto negativo en su imagen.
Por eso, dio a conocer una lista de iniciativas que se pondrán en marcha durante la primera parte del año para compensar el incremento tarifario.
? Una «verdadera universalización» de la Asignación por Hijo (AUH). Esta ampliación a todos los niños tendrá un costo fiscal de $7.600 millones.
? A su vez, la devolución de IVA a compra de los bienes de la Canasta Básica para familias pobres demandará unos $10.300 millones.
? Una mejora en Ganancias para que «no sea un impuesto al trabajo sino un impuesto a la renta, que sea progresivo».
«No toquen el gasto social. En la medida de lo posible, incrementen el gasto en inversiones y vean dónde está el derroche en todos los ministerios», reveló el ministro que fue la orden que le diera Macri.
El funcionario, si bien no dio detalles, habló de una suba a $30.000 en el mínimo no imponible en Ganancias y también de cambios en las escalas que impactan en el tributo.
Estimó que estos beneficios sociales junto a la mejora en el perfil de las retenciones que paga el campo implican un esfuerzo fiscal de unos $100.000 millones que, de alguna manera, compensan el reacomodamiento tarifario.
Además, su visión es que con bolsillos más livianos, aumentará el consumo y mejorará la recaudación. Sin embargo, es consciente de que las consecuencias de estas medidas no se verán en el cortísimo plazo.
Prat Gay utilizó una expresión filosófica para graficar lo que piensa sobre el futuro cercano: “La idea pasa por liberar las fuerzas de la economía, que ahora está ahogada”.
En ese esquema, los frutos podrían recogerse recién hacia 2017. El ministro señaló que la cosecha de este año «ya está jugada», y habrá que aguardar un tiempo hasta que las empresas se pongan a tiro con la nueva realidad política y económica e inviertan.
De hecho, aprovechó su alocución para dejar en claro que los despidos que está protagonizando el sector privado son una consecuencia directa de la herencia K.
«Llevamos un mes en el Gobierno. No creo que la decisión de despedir se tome de un mes para el otro», explicó, al tiempo que recalcó que la reducción de fuentes laborales tienen lugar en «sectores y empresas que vienen sufriendo desde hace mucho tiempo».
Control de la inflación, el gran desafío para el ministro
Analistas consultados consideran que Prat Gay planteó metas que lucen optimistas, como la de una inflación no mayor al 25% y un leve crecimiento del PBI
El ministro dijo que, luego de una marcada suba del índice en la última parte de 2015, «el salto ya lo hemos superado. Fue una pequeña joroba de dos meses», graficó, dando a entender que el pasaje de la devaluación a precios ya se había agotado.
Sin embargo, evitó referirse al salto de la inflación que podría darse una vez que se ajusten las tarifas.
De hecho, días atrás, empresarios del transporte de cargas advirtieron que el continuo aumento de naftas se trasladará a los valores de los bienes, dado que el combustible representa el 35% de los costos logísticos.
La clave pasará por medir el efecto que un incremento de las tarifas energéticas tendrá en la matriz productiva.
Frente al riesgo de que se desboque el índice inflacionario, Prat Gay buscará la convergencia de dos variables.
? Por un lado, apunta al acomodamiento de la emisión monetaria a la nueva meta del índice de precios.
? Por otro, a que los sindicatos le crean al Gobierno cuando se sienten a discutir las próximas paritarias.
Respecto del primer punto, el BCRA ya viene avanzando con una rápida reducción del ritmo de emisión.
En efecto, el crecimiento de la base monetaria que dejó Alejandro Vanoli rondaba el 45% anual. Sturzenegger en su breve mandato, la bajó al 30%.
Sin embargo, la herencia todavía es complicada de manejar: de acuerdo con datos del IARAF, en el 2015, la base monetaria total creció más de $160.000 millones, un alza de casi 90% respecto de los niveles del 2014.
Sobre el segundo punto, cuando aún faltan apenas unas semanas para que arranquen las negociaciones salariales de los maestros y bancarios, el titular de Hacienda ya adelantó que la pauta no debería superar el 25%, en línea con la inflación prevista por su cartera.
Acto seguido, alertó a gremios y empresarios con quedar «descolocados» por fijar salarios o precios superiores. No sólo eso, apuntó que los trabajadores deberán tener en cuenta la mejora en Ganancias como parte de ese incremento de las remuneraciones.
Prat Gay- un entusiasta adherente al programa de «metas» que aplican varios países, entre ellos Brasil-, estimó que a la inflación de 2016 será del 20-25%.
Se imagina un 2017 con un índice de entre 12% y 17% anual. De cara al siguiente período, prevé un nivel del 8% al 12%. «Y para el último año de la primera presidencia de Macri, vamos a estar en un dígito, 5%», se entusiasmó.
En base al menú que viene desplegando el funcionario, ¿hay posibilidades de que el Gobierno de Macri desacelere el ritmo inflacionario?
En diálogo con iProfesional, el economista Nicolás Dujovne consideró que esto es «viable», al enfocarse en el corto plazo.
«El mercado financiero no está muy lejos de esa estimación: los bancos acaban de comprar Lebac a 360 días a una tasa del 28% anual. Los operadores se imaginan un escenario parecido al del ministro», recalcó.
Sin embargo, de cara a los próximos años, el éxito de la gestión se basará en la confianza que logre generar la administración macrista y en un punto que, al menos por ahora, quedó al margen del análisis: el financiamiento externo, que vendrá a suplir lo que no pueda conseguirse en el mercado local.
Dicho plan, tal como aclaró el propio Prat Gay a los periodistas reunidos en el auditorio, quedó como materia pendiente para próximos encuentros. El mercado espera con ansias sus definiciones, dado que allí se juega la suerte de buena parte de los anuncios formulados ayer.