Luego del éxito del sinceramiento fiscal, los inversores se encuentran con un capital que es preciso colocar correctamente para rearmar sus posiciones
Terminó el llamado sinceramiento fiscal, conocido popularmente como blanqueo. No hubo prórroga y se puede decir que el resultado obtenido permite calificarlo como un éxito: ingresaron US$ 116.800 millones, el mayor monto por lejos de cualquier blanqueo en el país y el segundo a nivel mundial.
Si se analiza su composición, el 20% fue en el país y el 80%, en el exterior. En cuanto a los conceptos, inversiones y cuentas representan poco más del 75%. Unos US$ 55.900 millones en el primero y otros US$ 33.600 millones en el segundo, y dentro del cual se incluyen unos US$ 7700 millones que responden al blanqueo de cuentas en el país. De hecho hay depósitos en efectivo dentro del sistema financiero local, que se comenzaron a liberar en abril, al cumplirse como mínimo los seis meses que debían estar congelados. En total se abrieron 112.000 nuevas cuentas «especiales» en los bancos por este concepto.
Pero este éxito no debe pasar desapercibido para el mercado, que es en lo que nos concentraremos. Lo primero a tener en cuenta es que quien adhirió, hoy está obligado a repensar su estrategia financiera a futuro. No sólo en relación a cómo hacer rendir esos ahorros ahora que está dentro del sistema, sino por varias cuestiones más, entre ellas las impositivas. En otras palabras, el objetivo no es sólo armar una estrategia financiera rentable, sino eficiente en términos impositivos. Teniendo presente que se dependerá también del riesgo que cada uno se sienta cómodo en asumir. Entendiendo, además, el origen de esos fondos (un punto no menor).
Ahora bien, la clave acá es conocer que las opciones que ofrece el mercado son varias según el grado de aversión al riesgo con el que se identifique el «blanqueador» y que cualquiera de ellas -hasta la estrategia más conservadora- parece ser más atractiva que llevar nuevamente los fondos abajo del colchón, a la caja de seguridad, a colocaciones tradicionales bancarias o inversiones en el exterior (hoy, como ejemplo básico, una letra americana a un año rinde menos del 1%). Y en especial porque esos ahorros ahora tributarán y no será indiferente en donde se los aloque.
En este escenario podemos armar tres carteras según el perfil del inversor -entendiendo igual que hay muchas más alternativas-. Una conservadora, con un retorno total esperado en dólares a un año del orden del 4,1%, o una hiperconservadora (como puede ser algún fondo común de inversión en dólares), con una tasa debajo del 4%, pero arriba de lo que hoy rinde un plazo fijo. Mientras que si buscamos mayor rentabilidad podemos apuntar a un portfolio moderado al que le calculamos un retorno del 5,2%, o una posición más agresiva en donde podemos estimar ya una tasa del 7,5%.
La elección, en su mayoría, radica principalmente en bonos (vale recordar que los títulos públicos están exentos del pago de ganancias y bienes personales). A la vez, la moneda es dólares, considerando que la mayoría del efectivo blanqueado está en esa divisa y el inversor puede mostrarse un poco reacio a cambiarla (no suena ilógico dado la historia argentina y el pensamiento común del ahorrista tradicional). Otro supuesto es la visión de que el país seguiría con su plan de gradualidad actual y el mercado, en ese caso, va a seguir favorecido por los flujos de capitales. Esto, además, en un marco en el que el escenario externo, si bien podrá no traer viento de cola como en otras ocasiones, tampoco haría soplar vendavales de frente.
Dicho esto se puede ver que, por ejemplo en una cartera conservadora, la mayor ponderación se la puede llevar las Letes (la última emitida, como referencia, fue al 3,35% a 375 días); el resto lo dividimos en títulos soberanos o subsoberanos, como el AA19 (30%), A2E2 (15%) y PBF23 (15%). Considerando en éstos, y para el cálculo del retorno total, el devengamiento de intereses en un año y una compresión (aunque bastante conservadora también para ser cautos a la hora de las proyecciones) de su actual spread de riesgo, y sin tomar en cuenta comisiones de cada agente.
De todos modos se deberá ver el tamaño de cada posición blanqueada, ya que algunas opciones pueden cambiarse en función a que algunos títulos tienen ficha mínima alta y eso puede limitar el ingreso de minoristas.
En la posición moderada se baja la exposición a Letes y se suma al DICA (Descuento en US$ Argentina Ley Nacional) entre las opciones de bonos. Mientras que en la más agresiva se eliminan las Letes, sumando además de más títulos -en este caso el PARY (Par US$ Argentina Ley Nueva York), exposición a renta variable. Es decir, acciones con un 20% de la posición. Se opta nuevamente por acciones líquidas con ADR y buenas perspectivas. Entre las preferidas destacamos PAMP, BMA, TGS e YPF, buscando diversificar sectorialmente.
Fuente: http://www.lanacion.com.ar/2009738-tres-carteras-posibles-para-los-dolares-surgidos-del-blanqueo