Una de las principales noticias de la semana fue la resolución de la Corte de Apelaciones de Nueva York que ratificó la orden del juez Thomas Griesa de levantar las medidas cautelares que impiden a la Argentina pagar a los acreedores de bonos desde la primer orden del juez. A su vez, los fondos que habían aceptado la propuesta de Caputo para resolver el conflicto con fecha límite al 14 de abril dieron visto bueno de que el acuerdo seguirá en pie pasada la fecha, siempre que Argentina realice los pagos acordados. Ahora que Argentina ha removido los obstáculos legales (discutidos en el Parlamento Nacional), y que Thomas Griesa puede levantar el stay, el país saldrá a tomar deuda por 15.000 millones de dólares la semana próxima, para la que el Ministro de Hacienda y su equipo han buscado financistas en los mercados internacionales. Los nuevos bonos a ser emitidos incluirán clausulas «anti-buitres», incluyendo Cláusulas de Acción Colectiva, tendrían vencimiento en 2021, 2026 y 2046, y pagarán un interés de entre el 7 y el 8%.
Otra nota de importancia fue el recorte de la producción agropecuaria estimado por las persistentes lluvias que se registran en varias provincias, incluidas Santa Fe, Córdoba, y Entre Ríos. Todavía no se evalúan las pérdidas ocasionadas por dos semanas de lluvias, pero se sabe que el área cosechada alcanza un 15% hasta ahora, cuando era un 30% para esta fecha en el 2015; los camiones que ingresan al puerto de Rosario también se habrían reducido a la mitad. No sólo se verán afectados los rindes, también se retrasará la liquidación de divisas, y consecuentemente la entrada de divisas. Por su parte, en Chicago, el precio de la soja trepó a 350 dólares por tonelada, un precio récord en los últimos 8 meses. Este despunte de la cotización internacional responde en parte a la difícil situación de la cosecha en nuestro país.
En cuanto a la política monetaria, en la semana el BCRA expandió la base monetaria en 4500 millones de pesos, en tanto las ofertas inversores no alcanzaron a superar los abultados vencimientos previos, a la tasa de interés objetivo del Banco. La inflación en la Ciudad de Buenos Aires marcó 3,3% en marzo, impulsada fundamentalmente por la estacionalidad del rubro educación, aunque mostrando una importante disminución con respecto a febrero. Las estimaciones para abril, sin embargo, incorporan el efecto sobre el gas y transporte, y rondarían el 6% mensual. El INDEC anunció, mientras tanto, que el nuevo IPC será publicado el 15 de junio próximo, y volverá a tomar como muestra a los conglomerados de la Capital Federal y Gran Buenos Aires, mientras el instituto desarrolla un índice nacional para 2017.
Un instrumento para resguardar el ahorro
Después de que la medida fuera comentada informalmente en diversos medios periodísticos, el Banco Central finalmente concretó la creación de un nuevo instrumento de ahorro y crédito que puede convertirse en una largamente necesitada solución al ahorro y al crédito a la vivienda. La nueva medida consiste en la creación de una unidad de cuenta, llamada Unidad de Vivienda (o UVI, por sus siglas). Virtualmente, una UVI es casi una moneda; no se usa para comprar y vender bienes como el peso, pero si se utiliza como unidad de cuenta (para denominar el valor de algunos bienes), y como reserva de valor (ya que conserva su poder de compra a pesar de la evolución de la inflación). Ambas son funciones básicas que cualquier moneda saludable debe poseer, y que sin embargo han sido erosionadas del peso argentino, no solo durante la última década, sino a lo largo de una gran parte de la historia nacional.
Sin una moneda que pueda usarse para preservar el poder de compra en momentos de inflación, los ahorristas, especialmente los de menor tamaño, se han volcado a distintos activos en busca de una solución, a veces con consecuencias negativas para la dinámica macroeconómica. Un ejemplo de esto es el ahorro en dólares, que por un lado es sumamente volátil y permite resguardar los ahorros solo a aquellos que pueden predecir efectivamente los movimientos de la divisa, y que por otro impone una gran presión a la política monetaria a través de la caída de reservas internacionales, generando un círculo vicioso que exacerba la escasez de divisas e incrementa la volatilidad de la economía. Otro ejemplo es el difundido ahorro en ladrillos; con el que se incentiva la actividad de la construcción con fin de renta (ocupando fondos que podrían invertirse en incrementar la capacidad productiva), sin resolver los problemas habitaciones que enfrentan las ciudades argentinas.
En esta situación, el crédito hipotecario permanece en niveles alarmantemente bajos, que rozan el 1% del PIB en total (el crédito de vivienda a las familias disminuye a apenas 0,5%), mientras en Chile (en donde un instrumento similar existe desde 1967) representa un 18% del PIB.
La nueva Unidad de Vivienda fue valuada en 14.053 pesos, a partir del costo de construcción del metro cuadrado en distintas ciudades del país, y su valor se actualizará automáticamente siguiendo el índice de precios al consumidor. Los bancos permitirán a individuos constituir plazos fijos denominados en UVI, que consecuentemente presentarán un rendimiento seguro y positivo en términos reales (siempre por encima de la inflación). En Chile, el rendimiento de este tipo de depósitos se ubica cerca del 1% anual en términos reales, por lo que el ahorrista preserva el valor de su dinero sin riesgos, obteniendo además una pequeña ganancia. Un peso invertido en este instrumento en Argentina en 2004 habría multiplicado por 13 el valor nominal inicial, mientras que el dólar se multiplicó sólo por 5. No solamente eso, sino que este instrumento le daría una seguridad al ahorrista que contrasta fuertemente con la volatilidad que presenta el tipo de cambio.
Con estos depósitos, los bancos podrán otorgar créditos hipotecarios para vivienda con menores barreras a la entrada. De acuerdo a los créditos actuales, los bancos fijan las cuotas de acuerdo a altas expectativas de inflación futura, de modo que el valor real que cobra el banco en las cuotas no disminuya en el caso de que la inflación se acelere. Esto empuja el valor de las cuotas hacia arriba, de modo que suelen alcanzar valores muy altos para el nivel de ingreso del enviudo que toma el crédito. En consecuencia, las cuotas iniciales son muy elevadas, y el ingreso necesario para obtener el crédito lo es también.
Los créditos nuevos serán diferentes. El valor de las propiedades se denominaría en UVI, y como el valor de las cuotas se ajusta de acuerdo a la evolución de la inflación, el banco que otorga el préstamo no necesita cargar en las cuotas iniciales sus expectativas de inflación. La cuota puede así disminuir fuertemente, y mantener a lo largo de todo el período de la hipoteca el mismo valor real (y la misma proporción sobre los ingresos). De este modo, los ingresos necesarios para tomar el crédito también se reducen fuertemente.
En un comienzo, la idea de cuotas que se actualizan de acuerdo a la inflación seguramente desincentive a muchos posibles tomadores de crédito. Pero en cuanto la inflación estabilice su tendencia decreciente, el incentivo presentado por las menores barreras a la entrada tomará fuerza, y la demanda será grande. El éxito de esta medida se verá con retardo, y en el corto plazo su arranque dependerá de que el nuevo IPC del INDEC se gane la confianza del público, y de que la población no vea peligrar sus ingresos y estabilidad laboral. En el mediano plazo, esta medida sienta las bases de una promisoria expansión del crédito a la vivienda y del ahorro en moneda nacional.
Fuente: http://bit.ly/1U3dbxw