La entidad debe absorber cada vez más pesos de los que emite. Y lo hace a plazos cada vez más cortos y con tasas más altas.
Todos los martes, el Banco Central convoca a la licitación de las Letras (Lebac) y de las Notas que emite. Son títulos de deuda que la entidad monetaria coloca entre los inversores con la única función de absorber pesos en circulación. O, mejor dicho, una parte del exceso de pesos que circulan, y evitar así que se orienten a los dólares o a los precios. Moneda nacional excedente que, obviamente, la propia entidad emite.
Y no es una cantidad menor. Después de la última licitación, en la que absorbió $4.620 millones (el grueso a corto plazo), el total de Lebac y Nobac emitidas por el Central llega a los $185.000 millones, casi el 54% de la base monetaria. De ese total, el 91% está colocado a tasa fija (Lebac), cuyas tasas crecieron muy fuerte después de la devaluación y rozan el 28% anual en promedio. Así, el Banco Central contrae deudas (un pasivo) que devengan un interés que, más tarde o más temprano, deberá volver a absorber. Para tener en cuenta, sólo de intereses se deberían cancelar unos $50.000 millones en los próximos seis meses. Contra esa cantidad de dinero, y con criterio contable, el BCRA dispone de las reservas (el activo) que, desgraciadamente, crecen más lentamente que las Lebac y Nobac. En síntesis: el Banco Central se endeuda cada vez más y tiene un balance cada vez más débil. Con un agravante extra: la deuda es cada vez a plazo más corto y tasas más altas que repercuten en el resto del sistema con efectos devastadores sobre el nivel de actividad.
Ese resultado negativo se denomina déficit cuasifiscal y fue el responsable principal, entre otras desgracias, de la hiperinflación del 89/90. Eso no significa, claro, que la situación sea igual a la de ese momento, pero los especialistas indican que es un indicador que puede tornarse más peligroso.
Aldo Pignanelli, ex presidente del Banco Central, sostiene que “en lo inmediato no hay riesgos”, pero sí “algunos problemas, como el costo de mantener esa cantidad de dinero y, sobre todo, la fuerte presión que ejerce sobre las tasas de interés y la misma emisión monetaria”, aunque destacó “la velocidad en el crecimiento del stock, que en enero no superaba los $90.000 millones”. Y concluyó diciendo que “el monto de las Lebac condiciona la tasa del sistema financiero y la política monetaria en su conjunto. Puede convertirse en un problema mayor de no tomar medidas”.
“El peligro es que hay que devaluar lo que paga la tasa para tener un cuasifiscal neutro”, analizó Carlos Pérez, economista ex gerente general y director del Banco Central. Sumando y restando, el especialista dice que “las reservas netas, es decir, sin las cuentas corrientes en divisas de terceros, son equivalentes al stock de Lebac, y lo peor es que éstas crecen más rápido que las reservas”. Sin embargo, sostiene que “es preferible colocar letras y notas antes de seguir expandiendo la base monetaria que podría terminar en el dólar o en los bienes. Por ahora, la cantidad de dinero en circulación está creciendo por debajo del 20% gracias a este mecanismo, pero claramente no resulta sostenible en el tiempo”.
Pedro Rabassa es otro economista especializado en temas financieros. Es el actual titular de la Consultora Empiria y fue gerente de Análisis Económico del Banco Central. Según su opinión, “por ahora el tema del cuasifiscal no fue grave porque la tasa fue menor a la inflación, pero desde hace unos meses la tasa subió mucho”. Y asegura que “desde el punto de vista económico quizás no sea urgente, pero la dinámica de crecimiento, si no se frena, es insostenible”. Y agregó que “si no fuera por la devaluación, que compensa los intereses que se pagan, el Central estaría perdiendo unos $10.000 millones”.
Para el ex viceministro de Economía Jorge Todesca, “la cuestión esencial es el aumento en el stocks de Lebac. Vencen muchos miles de millones en poco tiempo y a eso hay que sumar lo que el Central absorbe en las renovaciones”. Explicó que el fuerte incremento está determinado por “las necesidades de financiamiento del sector público” y aclaró que “no se puede sostener una política monetaria contractiva con una política fiscal expansiva”.
Desde el Banco Central, y de manera informal, exponen su punto de vista. Para los directivos de la entidad monetaria, “el costo de esterilización, en el caso de la Argentina, no debe calcularse simplificadamente como el diferencial entre el rendimiento de los activos. como las reservas, y la tasa de interés pagada por un pasivo como las Lebac y Nobac”.
Explican que, en realidad, “el saldo de esos títulos de deuda sólo equivale al 24% de los pasivos” y en términos históricos, “el stock de Lebac respecto de los depósitos se encuentra por debajo de los máximos alcanzados antes de la crisis internacional. Hoy representan el 27%, pero llegaron a ser el 44% en 2007”. Además, aseguran que “para calcular el resultado cuasifiscal hay que determinar en el activo las ganancias de capital derivadas, tanto por el efecto de las variaciones graduales del tipo de cambio en los activos en moneda extranjera como por aumentos en la cotización de los títulos públicos que el Banco Central tiene en su cartera”. De esta aseguran, “el resultado cuasifiscal ha sido recurrentemente positivo desde que el BCRA ha venido llevando a cabo acciones de esterilización y prevemos que continuará con el mismo signo”. Por último, la gente del Central consideró necesario incorporar los efectos positivos de las medidas de esterilización en las dimensiones económica y social.
El resultado final puede ser debatible. Pero en realidad, el endeudamiento del Banco Central existe y, al menos por ahora, es creciente.
Fuente: http://www.ieco.clarin.com/economia/deuda-invisible-deficit-Banco-Central_0_1153085165.html