Las cuotas de los préstamos “indexados” son hasta 66% más baja que las del resto del mercado. Permiten tomar mayor monto con menores ingresos. Y ahorrar $95.000 en tres años para estar a salvo ante un salto de la inflación.
Fantasmas del pasado, en un país con una larga de historia de fracasos, volvieron en estas semanas a aparecer en el pensamiento de argentinos que deben resolver un dilema: si conviene o no tomar un crédito para comprar una vivienda, por un plazo de hasta 30 años en los que no podrán descartarse una megadevaluación, una hiperinflación o un salto del desempleo.
El Gobierno anunció hace pocos días el lanzamiento de nuevos créditos hipotecarios, con cuotas iniciales más accesibles para la clase media. Las líneas -subsidiadas o no- llegan ofrecidas por los bancos a un costo que está dado por una «unidad de valor adquisitivo» (UVA, el coeficiente que ajusta las cuotas y el capital según la inflación) más una tasa de entre 5% y 10% anual.
El plan oficial renovó el debate sobre la conveniencia o no de endeudarse a tasa variable en la Argentina. La incógnita no es menor: los préstamos implican comprometerse a pagar, durante dos o tres décadas, una cuota que estará atada a los precios, en una de las economías más inflacionarias del mundo.
En la cabeza de los argentinos ganó espacio y se consolidó ya la preferencia de endeudarse a «tasa fija». Hoy mismo, hay bancos que ofrecen otros créditos hipotecarios a una tasa fija de entre 14% y 21% anual, para los primeros tres o diez años, según el caso. A partir de ese plazo (y de ese piso), la tasa empieza a ser variable y no puede superar a la suba del salario. Los tomadores de este tipo de préstamos se ven tentados por la sensación de tranquilidad que genera el hecho de poder «licuar» las cuotas: es decir, destinar al pago del crédito, en estos tres años, una porción del salario cada vez menor. Este razonamiento supone hacerse cargo de pagar, de antemano, los costos de una incertidumbre que el banco decide trasladar al cliente. Y que explica, en gran parte, por qué una cuota «fija» es mayor que la «variable».
La duda a resolver: si vale la pena afrontar este costo mayor, que impone la tasa fija, en tres años en los que la inflación puede ser menor o algo más parecida a la del resto de los países de la región. Y otro: si es altamente probable que en los próximos 20-30 años la suba de precios supere ampliamente al salario y se vuelva interminable la cancelación de un préstamo UVA.
¿La tasa fija es alta o baja?
Los grandes bancos y consultoras, que encuesta todos los meses el BCRA, esperan que la inflación se desacelere de 40% en 2016 a 21% en 2017 y 15% en 2018. En este proceso, quien haya decidido en estos días endeudarse a una tasa fija del 14% o del 21%, para los próximos tres o diez años, sólo podría «licuar» la cuota en los años en que la suba de precios supere ese costo. A partir de entonces, la cuota empezará a evolucionar; en el mejor de los casos, con el salario como tope.
Baja cuota inicial: UVA es la mitad que la fija
El tomador de un crédito UVA paga una cuota inicial que, según el banco y el plazo, se ubica entre los $4.500 y $8.000 mensuales por cada millón de pesos de financiación (55.000 UVA). Esto equivale a 247 o 428 «UVA», respectivamente. Quien, en cambio, haya optado por un crédito a tasa fija deberá afrontar un pago mensual que se ubica entre $ 12.500 (14% anual) y $ 18.000 (21%) al mes. Y que es 45% o 90% más alto que el de la cuota UVA en los primeros tres años.
El mayor de los temores: se «indexa» el capital
En un crédito UVA, el valor de cada cuota y del capital se actualizan con la inflación. El tomador de crédito debe tener en cuenta que en algunos años su salario podría subir menos que la inflación. En este caso, habrá dos efectos. El primero de ellos: su cuota (que se mide en «UVA») se actualizará con los nuevos precios y empezará a representar una mayor parte de sus ingresos mensuales. El segundo efecto: el capital adeudado también se ajustará y exigirá ser cancelado con una mayor cantidad de salarios que en el momento inicial. Para estos casos, en los que la inflación supere en más de 10 puntos al salario, los créditos UVA incluyen una cláusula que obliga al banco (si el cliente lo pide) a extender el plazo para volver a financiar hasta el 25% del monto del préstamo. Cuando, en cambio, el salario vaya a la par de la inflación, la cuota y el capital mantendrán siempre la misma proporción con el sueldo a lo largo de toda la vida del crédito.
Mayor facilidad para acceder
Contar en los inicios con una baja cuota mensual permite al cliente acceder a un crédito más alto, con menores ingresos. Esto porque, por regulación oficial, el pago mensual de un crédito no puede superar 25% del salario. Por esto, los ingresos requeridos para tomar un millón de pesos puedan ser hoy de apenas $ 24.122 al mes (Banco Provincia) si el préstamos es UVA o mayor a los $41.500 si es una línea a tasa fija.
El que toma «UVA», ahorra 10% en tres años
El pago de una cuota mensual más baja concede al tomador de crédito UVA quedarse con la diferencia de lo que pagaría en una financiación a tasa fija. Por ejemplo, quien hoy abona $ 6.500 mensuales por un crédito de estos, ahorra inicialmente hasta 50% ó 66% de lo que desembolsaría por una línea a tasa fija, en la que la cuota puede ubicarse entre $12.500 y $18.000 mensuales. El beneficio se achica mes a mes, a medida que la inflación encarece la cuota del préstamo UVA. Pero, en tres años, el ahorro acumulado ya se habrá acercado a $95.000 reales (a precios de hoy). Esto es una décima parte del total del préstamo. Y es un salvavidas para quien quiera estar a salvo de un eventual salto en los precios.
Fuente: http://www.ambito.com/877366-uva-mata-tasa-fija-ventajas-de-las-nuevas-lineas-hipotecarias