Ninguna entidad del sistema paga ya rendimientos mayores a 40% anual en pesos. Al revés de lo que sucedió durante el macrismo, ahora son las entidades públicas las que impulsan las disminuciones
En menos de un mes, la baja de tasas que los bancos pagan a los ahorristas sufrió un violento descenso. Como resultado, hoy ya todos los bancos del sistema pagan rendimientos inferiores al 40% y lo más notorio es que quienes sobresalen por pagar menos son los bancos públicos. Exactamente al revés de lo que sucedió durante los dos últimos años de la gestión de Mauricio Macri, donde eran los que ofrecían las tasas más jugosas.
Con estos niveles, las tasas de interés para los depositantes se volvieron negativas en términos reales. Esto significa que el rendimiento mensual no alcanza para compensar la inflación del mes. En el caso del Banco Nación, por ejemplo, un plazo fijo a 30 días en pesos se paga el 37% anual, esto es 18 puntos porcentuales por debajo del rendimiento de las Leliq que emite el BCRA. El BICE, que el año pasado llego a ofrecer las tasas más altas del sistema ahora se ubicó en el polo opuesto. Apenas ofrece el 30% anual.
La inflación de diciembre se ubicó por encima del 4% y la de enero superaría cómodamente el 3,5%, mientras que las propias entidades esperan un acumulado en 2020 de 42%. Con las últimas disminuciones, prácticamente ningún banco está ofreciendo una remuneración superior al 3% mensual.
Entre los bancos privados no se quedaron atrás. Algunos están ofreciendo rendimientos apenas por encima del 30% y otros superan levemente el 35% anual en pesos.
Esta tendencia coincide con la línea que baja desde el Banco Central, que desde el 10 de diciembre preside Miguel Pesce. La entidad salió a reducir los rendimientos de las Leliq, que ahora se ubica en el 55% pero seguirá con tendencia bajista, y marcó la cancha.
Sin embargo, en un trabajo divulgado la semana pasada el propio BCRA indica que los ahorristas deben cobrar un nivel de tasas que les permita mantener su poder adquisitivo, es decir que no debería ubicarse por debajo de la inflación. Y sugiere además que podría adoptar medidas puntuales para favorecer esa suba de rendimientos. Por ahora, sin embargo, se está dando la tendencia contraria.
Se produjo así una verdadera vuelta de campana respecto a lo que había sucedido durante la gestión de Guido Sandleris en el BCRA. La política consistía en aumentar las tasas para evitar una corrida al dólar y promover una baja de la inflación. Pero no dio el resultado esperado.
Ahora se estaría yendo hacia el otro extremo, pero con un contexto diferente. El duro cepo cambiario hace mucho más complejo buscar alternativas de inversión fuera del circuito financiero, especialmente para empresas e inversores institucionales. Por eso ya no sería necesario ofrecerles tasas tan atractivas, ante la imposibilidad de sacar pesos del sistema para comprar dólares.
Pero ésa es sólo una parte de los pesos en los bancos. También están los ahorristas individuales, que sí podrían verse tentados a pasarse al dólar. La intención del gobierno sería repetir lo que sucedió durante la mayor parte de la gestión de Cristina Kirchner: si bien las tasas perdían contra la inflación, se mantenían más elevadas que el ritmo de devaluación. Y eso era suficiente para evitar una salida mayor de divisas.
El peligro de esa estrategia es lo que sucedió sobre todo en los últimos dos años, entre 2013 y 2015: un fuerte atraso cambiario que generó todo tipo de distorsiones en la economía. Pero ese escenario todavía está lejos de plasmarse.